lunes, 30 de abril de 2012

Sentimientos en un autobús I



Ella solo quería regalarle al mundo sus mejores sonrisas pero las lágrimas empezaban a aparecer en sus ojos  y no había manera de pararlas. No entendía nada, todo estaba confuso. Aun que en el fondo sabía que podía volver a tropezar, no había querido verlo, estaba ciega. Completamente ciega.
La situación en la que se encontraba era nueva, pero los sentimientos ya le eran familiares. Todo eso no le gustaba nada por que recordaba lo mal que ya lo había pasado y se moría, el corazón se le estremecía.
Alguna que otra vez, un rayito de esperanza la alumbraba. Esperanza de que todo pasas rápido, pero al minuto volvía la oscuridad. Se sentía como un juguete. Creía que no valía nada, que no era lo suficientemente buena.
Miraba a la gente de su alrededor y se sentía sola a pesar de estar rodeada de miles de personas. Había suplicado un millón de veces, que no quería volver a sentirse así, pero todas aquellas suplicas no habían servido de nada.
Todas esas cosas que le habían hecho sentir. Todas esas cosas bonitas que le habían dicho, le habían puesto una venda en los ojos. Por un tiempo, había creído que era su momento, que por fin sería feliz. Lamentablemente no había sido así, la venda había caído y era muy doloroso.
A pesar de todo esto, debía seguir a delante y ser todo lo fuerte que podía. Sabía que tenía que esforzarse mucho, pero era lo que tenía que hacer para lograr ser feliz y olvidarse de todo lo malo. Y que mejor forma de empezar que mostrarle su mejor sonrisa al mundo.

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